Dr. Holon de septiembre
31-08-2022
![Dr. Holon de septiembre](images/doctor/med_1678196197axp-photography-2quGnH8kKFA-unsplash_(1).jpg)
Tomar decisiones es cambiar, y los cambios provocan un gran estrés emocional. Porque no es suficiente tomar una decisión, sino que también es necesario la voluntad de transformarse para abandonar los viejos patrones. Siempre debemos tomar decisiones porque vivir significa elegir. Si no elegimos nos bloqueamos y no progresamos.
Hay personas a las que les resulta fácil tomar decisiones, en cambio, hay otras que practican la procrastinación, es decir, dejarlo para más adelante.
Normalmente, si tenemos dificultad para tomar decisiones es porque tenemos miedo a equivocarnos, o bien somos excesivamente perfeccionistas y valoramos en exceso las consecuencias de una decisión, o necesitamos la aceptación por parte de los demás de nuestra decisión y al final les delegamos las decisiones, o las dejamos para más adelante o incluso las tomamos impulsivamente como respuesta evitativa ante el malestar.
El miedo a equivocarse es normal, y debemos considerar que tenemos derecho a equivocarnos a la hora de tomar decisiones. Es importante tener autoconfianza, autoestima y una buena experiencia emocional que nos ayudará a identificar, aceptar y manejar nuestras emociones, si no la toma de cualquier decisión nos causará mucho estrés.
Todos tenemos nuestras propias estrategias, hay quien hace unas listas de los pros y contras, si son muy exhaustivas nos costará mucho decidirnos, otros confían en una revelación y dicen que lo consultarán con la almohada, esto puede ser muy impulsivo emocionalmente, pero entre uno y otro extremo hay muchas actuaciones intermedias que requieren, algo de concentración y reflexión, y un tiempo para madurarlo, en función de lo complicada o vital que sea la decisión. Es crucial ponernos una fecha límite.
Por lo general, no hay una única opción correcta, por eso es bueno considerar diferentes alternativas y confiar en la decisión tomada, porque a veces, no hay sólo un camino para llegar a donde queremos, y muy interesante es cómo recorremos el camino y no pensar que hubiera ocurrido si hubiéramos tomado otra decisión, porque esto es una fuente de estrés asegurada.
Seguro que una vez incorporados a la vida cotidiana deberemos tomar decisiones continuamente, pero para no añadir al estrés de cada día el de las decisiones, recordemos lo que decía Nelson Mandela: “Que tus decisiones reflejen tus esperanzas y no las de tus miedos”, o lo que nos aconsejaba Maimónides, filósofo, teólogo y médico judío cordobés hace casi diez siglos: “El riesgo de una decisión equivocada es preferible al terror de la indecisión”.
Feliz vuelta y acertadas decisiones.
Hay personas a las que les resulta fácil tomar decisiones, en cambio, hay otras que practican la procrastinación, es decir, dejarlo para más adelante.
Normalmente, si tenemos dificultad para tomar decisiones es porque tenemos miedo a equivocarnos, o bien somos excesivamente perfeccionistas y valoramos en exceso las consecuencias de una decisión, o necesitamos la aceptación por parte de los demás de nuestra decisión y al final les delegamos las decisiones, o las dejamos para más adelante o incluso las tomamos impulsivamente como respuesta evitativa ante el malestar.
El miedo a equivocarse es normal, y debemos considerar que tenemos derecho a equivocarnos a la hora de tomar decisiones. Es importante tener autoconfianza, autoestima y una buena experiencia emocional que nos ayudará a identificar, aceptar y manejar nuestras emociones, si no la toma de cualquier decisión nos causará mucho estrés.
Todos tenemos nuestras propias estrategias, hay quien hace unas listas de los pros y contras, si son muy exhaustivas nos costará mucho decidirnos, otros confían en una revelación y dicen que lo consultarán con la almohada, esto puede ser muy impulsivo emocionalmente, pero entre uno y otro extremo hay muchas actuaciones intermedias que requieren, algo de concentración y reflexión, y un tiempo para madurarlo, en función de lo complicada o vital que sea la decisión. Es crucial ponernos una fecha límite.
Por lo general, no hay una única opción correcta, por eso es bueno considerar diferentes alternativas y confiar en la decisión tomada, porque a veces, no hay sólo un camino para llegar a donde queremos, y muy interesante es cómo recorremos el camino y no pensar que hubiera ocurrido si hubiéramos tomado otra decisión, porque esto es una fuente de estrés asegurada.
Seguro que una vez incorporados a la vida cotidiana deberemos tomar decisiones continuamente, pero para no añadir al estrés de cada día el de las decisiones, recordemos lo que decía Nelson Mandela: “Que tus decisiones reflejen tus esperanzas y no las de tus miedos”, o lo que nos aconsejaba Maimónides, filósofo, teólogo y médico judío cordobés hace casi diez siglos: “El riesgo de una decisión equivocada es preferible al terror de la indecisión”.
Feliz vuelta y acertadas decisiones.
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